jueves, 24 de septiembre de 2009

Policía hondureña usa bombas lacrimogenas peruanas

Nos dijeron pero no lo creíamos. Le echamos un ojo al video del Gremio de Cineastas de Honduras y lo comprobamos. El blog Haciendo Camino nos echó la advertencia y hoy la publicamos.
La policía represiva de Micheletti, lanza gases lacrimógenos a la población que rechaza el golpe de Estado y apoya a Mel Zelaya. Lo particular es que los gases provienen de Perú. Habría que preguntarle al ministerio del Interior como estos productos salen de Perú y llegan a Honduras para lo que mejor saben hacer… REPRIMIR.
A partir del 1:30 del video se comprueba la información y se ve la etiqueta que bien linda dice… “Policía Nacional del Perú”

Fuente: http://spaciolibre.net/

Nueva ofensiva de Estados Unidos sobre los pueblos de América

Rebelión

Aunque parece ya lejano porque ocurrió en marzo de 2008, el presunto ataque colombiano a Ecuador en la provincia de Sucumbíos marcó el inicio de un nuevo ciclo dentro de la estrategia estadounidense de control de su espacio vital: el continente americano. No se trató de un hecho aislado, sino de una primera piedra de un camino que continúa abriéndose paso.
En aquel momento se desplegaban iniciativas de creación de plataformas regionales de ataque bajo el velo de la guerra preventiva contra el terrorismo. Pero si en Palestina y el Medio Oriente había ya costumbre de recibir las ofensivas del Pentágono desde Israel, y aderezadas con sus propósitos particulares, en América no había ocurrido un ataque unilateral de un Estado a otro “en defensa de su seguridad nacional”.
El ataque perfiló las primeras líneas de una política de Estado que no se modificó con el cambio de gobierno (de Bush a Obama) sino que se adecuó a los tiempos de la política continental que, en esa ocasión, dio lugar a un airoso reclamo de Ecuador, secundado por la mayoría de los presidentes de la región en la reunión de Santo Domingo.
Prudentemente se detuvo esta escalada militar para bajar las tensiones y dar paso al cambio de gobierno en Estados Unidos, pero la necesidad de detener el crecimiento del ALBA y la búsqueda de caminos seguros para intervenir en la región, sobre todo frente a Venezuela, Ecuador y Bolivia, llevó nuevamente a Estados Unidos a involucrarse en proyectos desestabilizadores o directamente militaristas.
Nuevas formas de viejos propósitos. La doctrina formulada por Monroe y reiterada por Kennedy con la Alianza para el Progreso (Alpro), tiene expresiones contemporáneas en el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), la Integración de la Infraestructura Regional de Sudamérica (IIRSA) y el Proyecto Mesoamericano (antes Plan Puebla Panamá), pero también en la creación de una retícula militar que envuelve la región en su conjunto.
La revolución cubana en 1959 generó una cuña de subversión social que puso en entredicho el dominio estadounidense en el continente. La victoria cubana en Playa Girón en 1961, la supervivencia del proceso cubano después de la “crisis de los misiles”, y su permanencia en medio del acoso y las dificultades se constituyeron en un dique simbólico que desde entonces aparece como bastión de esperanza y dignidad, y como posibilidad real frente a la dominación.
Por esta misma razón, Cuba ha sido cuidadosamente separada del resto del continente mediante políticas de “extensión de la democracia” y combate a las tiranías (Alpro) promovidas financieramente a través de la USAID, mediante su expulsión de la Organización de Estados Americanos y mediante la manipulación de los imaginarios hasta convertirla en caso único e irrepetible, con tal éxito que en muchos sentidos el proceso cubano no es incorporado a los análisis sino como experiencia aislada que es a la vez añorada y rechazada por las izquierdas del continente.
Después de Cuba y de las experiencias insurgentes en casi todos los países de América Latina, los procesos democráticos fueron violentamente interrumpidos por dictaduras militares financiadas por la USAID, tan activa nuevamente en nuestros días, y preparadas por la Escuela de las Américas. Se abrió una larga noche para el continente y América volvió a ser, en cierta medida, “para los americanos”.
Las dictaduras se transformaron en neoliberalismo, las riquezas de nuestros países dejaron de ser “patrimonio estratégico de la nación” para convertirse en atractivos de inversión. La ilusión hegemónica de una América unida defendiendo los intereses americanos se encaminó en los tratados de libre comercio.
Los levantamientos contra el neoliberalismo, los tratados regionales, el ALCA y, recientemente, contra los dos megaproyectos de reordenamiento territorial y creación de la infraestructura de la integración energética y el saqueo (Plan Puebla Panamá, crecido hasta el Putumayo incorporando a Colombia, y hoy transformado en Proyecto Mesoamericano, e Integración de la Infraestructura Regional de Sudamérica), obligaron a la inteligencia hegemónica a recolocarse estratégicamente en el continente.
La insuficiencia del mercado como disciplinador general es acompañada por la presencia creciente de las políticas y fuerzas militares en todo el continente. El ethos militar se impone como eje ordenador de la totalidad.
Como una vuelta de tuerca más, las movilizaciones antineoliberales dan lugar a cambios institucionales y experiencias de gobierno contrahegemónicas en Venezuela, Bolivia y Ecuador, y con esto se pone en riesgo, o por lo menos en dificultades, el dominio estadounidense. Con estas nuevas experiencias –que se agregan a la cubana y la reubican geopolíticamente- , no sólo se cuestionan las reglas del juego establecidas sino que grandes extensiones territoriales e inmensas fuentes de recursos empiezan a salir del control hegemónico.
La amenaza de esta confluencia y de su potencial ampliación, los triunfos democráticos, la constitución del ALBA, Petrocaribe y las señales de distanciamiento de las políticas de Washington –encaminadas en múltiples ocasiones por los organismos internacionales- , es asumida como un peligro mayor por los guardianes de la seguridad de Estados Unidos que, independientemente de quien ocupe la presidencia, mantiene una política de estado para defender como hinterland el continente americano y enfrentar desde esta plataforma el juego de competencias con el resto del mundo.
El golpe de Estado en Honduras -uno de los eslabones más frágiles del ALBA-, conducido por un militar hondureño formado en la Escuela de las Américas, tramado en vinculación con la base de Palmerola, consultado con el personal de la Embajada estadounidense y asumido por la oligarquía hondureña -que si existe es por el auspicio de los intereses de EEUU que requieren parapetarse en socios locales-, es el primer operativo de relanzamiento de la escalada iniciada en Sucumbíos.
Como parte de una ofensiva con múltiples variantes, que combina el juego de fuerzas constituidas internamente con intervenciones desde el exterior, que se presenta lo mismo con faceta militar que diplomática, económica o mediática, el golpe en Honduras abre un sendero diferente que pone en riesgo cualquier tipo de procedimiento democrático y deja sentado un precedente perverso. Cómo leer si no la deslegitimació n de un gobernante constitucional y legítimo, derrocado por un golpe espurio que violenta la Constitución y las formas democráticas, y que, no obstante, mediante un extraño subterfugio termina siendo acusado de ser él el violador de la Constitución y, por ese mecanismo, es equiparado con el gobierno de los golpistas. Tan defensor como violador de la Constitución es uno como el otro en el esquema de diálogo que se impuso después del golpe y que, de no ser por la movilización popular exigiendo el restablecimiento de la constitucionalidad y rechazando tanto el golpe de Estado como la militarizació n, ya sería un dato más en la historia.
Honduras no es cualquier país. No solamente es integrante del ALBA y Petrocaribe sino que el gobierno de Zelaya empezaba a hablar de reforma agraria en las tierras que históricamente han sido parte del reino de la United Fruit Company, responsable de muchas masacres. Honduras fue el espacio desde donde se organizó la contrainsurgencia en los años de las luchas revolucionarias centroamericanas y es todavía el espacio de emplazamiento de la base militar estadounidense de Soto Cano o Palmerola, una de las mayores en la región latinoamericana que ha funcionado como cuartel general del Comando Sur desde su creación.
El depuesto gobierno de Zelaya, empujado por la movilización popular que desde hace un año cuestionó la existencia de Palmerola en el II Encuentro contra la Militarizació n, empezaba a hablar de la recuperación de las instalaciones de esa base. Esto, en un momento de ascenso de la presencia militar estadounidense, de ampliación, reactivación o modernización de sus posiciones en el continente, aceleró sin duda la intervención1 que, evidentemente, responde a intereses económicos y geopolíticos mucho más trascendentes que los de la oligarquía local.
No obstante, a pesar de su gravedad, el golpe en Honduras sólo anuncia lo que se vislumbra para los gobiernos que han osado desafiar al imperio y que no cesan de ser acosados. Honduras resultó atropellado en una búsqueda por alcanzar objetivos de mucha mayor importancia geoestratégica como Venezuela, Ecuador y Bolivia, y constituye ya, independientemente de su desenlace, uno de los soportes de la estrategia en curso.
Honduras constituyó el elemento desencadenador o, mejor, la cortina de humo que dio paso a la reactivación del proyecto interrumpido después del ataque a Sucumbíos: el establecimiento de una sede regional de la llamada guerra preventiva en América, justo al lado del Canal de Panamá y en la entrada misma de la cuenca amazónica pero, lo más importante en términos estratégicos coyunturales, en las fronteras de los procesos incómodos para los grandes poderes mundiales liderados por Estados Unidos.
Mientras la nebulosa levantada por Honduras desvió la mirada, se vuelven a desatar los montajes para acusar de cómplices de las FARC, único grupo reconocido como terrorista por el Pentágono en la región, a los presidentes de Venezuela y Ecuador, pero, sobre todo, se revive un viejo acuerdo entre Colombia y Estados Unidos que otorga inmunidad a las tropas estadounidenses en suelo colombiano y permite la instalación de 7 bases militares estadounidenses que se suman a las seis ya registradas por el Pentágono y por el Congreso en su Base structure report.
El plan de disciplinamiento continental pasa por quebrar geográfica y políticamente las alianzas progresistas y los procesos emancipatorios continentales. En Honduras se trata de introducir una cuña divisoria que debilite y quiebre los potenciales procesos democráticos en Centroamérica, y simultáneamente que se articule con el corredor de contención contrainsurgente conformado por México, Colombia y Perú, al que poco a poco se van sumando otros posibles aliados (ver mapa). La “israelización” de Colombia que se erige como punto nodal, articulada a este corredor, parece estar intentando tender una cortina de separación entre Venezuela, Ecuador y Bolivia, creándoles condiciones de aislamiento relativo, en el plano geográfico. Colombia como plataforma de operaciones enlazada a todo un entramado de posiciones y complicidades que rodean y aislan las experiencias contrahegemónicas y/o emancipatorias para irlas cercenando, disuadiendo o derrotando a medio plazo.2
Pero además de este corredor geopolítico, que además se entrelaza geográficamente con las zonas de mayor riqueza del continente, se puede ubicar otra línea de intervención más sutil que podría establecerse como el eje Miami-México- Bogotá3, en el cual se pretende agrupar una derecha supuestamente endógena, portadora de un pretendido modelo latinoamericano propio frente a las propuestas emancipatorias emergentes. La participación de los grupos anticastristas de Miami y de sus contrapartes en el Pentágono en el golpe de Honduras se hizo evidente tanto en las sorprendentes declaraciones anticomunistas de los protagonistas del golpe, que parecían como salidas de la prehistoria política, como en la aparición en escena de personajes como Otto Reich.
Este conjunto de hechos permite concluir que está en curso un proyecto de recolonizació n y disciplinamiento del continente completo. Con la anuencia y hasta entusiasmo de las oligarquías locales, con la coparticipació n de los grupos de ultraderecha instalados en algunos gobiernos de la región, en América Latina se está conformando mucho más que un nuevo Israel, desde donde el radio de acción se debe medir con las distancias que los aviones de guerra y monitoreo alcanzan en un solo vuelo sin necesidad de cargar combustible; o con los tiempos de llegada a los objetivos circunstanciales, que son muy reducidos desde las posiciones colombianas; o con la capacidad de respuesta rápida ante contingencias en las principales ciudades de los alrededores: Quito, Caracas y La Paz; o con la seguridad económica que les da establecerse al lado de la franja petrolera del Orinoco, equivalente a los yacimientos de Arabia Saudí, y al lado del río Amazonas, principal caudal superficial de agua dulce del continente, al lado de los mayores yacimientos de biodiversidad del planeta, frente a Brasil y con posibilidades de aplicar la técnica del yunque y el martillo, contando con la cooperación de Perú, a cualquiera de los tres países que en Sudamérica han osado desafiar a la hegemonía.
Si bien Honduras muestra claramente los límites de la democracia dentro del capitalismo, el trasfondo de Honduras, con el proyecto de instalación de nuevas bases en Colombia y la inmunidad de las tropas estadounidenses en suelo colombiano, convertiría a ese país en su totalidad en una locación del ejército de Estados Unidos que pone en riesgo la capacidad soberana de autodeterminació n de los pueblos y los países de la región. Una base militar estadounidense del tamaño de un país completo y en el corazón de la amazonia.
Todo hace pensar que las acciones desde este enclave militar en América del Sur se dirigirán a los Estados enemigos o a los Estados fallidos, que, de acuerdo con las nuevas normas impulsadas por Estados Unidos, pueden ser históricamente fallidos o devenir, casi instantáneamente, Estados fallidos “por colapso”. Cualquier contingencia puede convertir a un país en un Estado fallido súbito y, por ello, susceptible de ser intervenido. Y entre las contingencias están las relaciones de sus gobernantes con algún grupo calificado como terrorista (es ahí que se explica la insistencia por acusar a los presidentes Chávez y Correa de mantener vínculos de colaboración con las FARC), los conflictos transfronterizos o la penetración del narco.
Una vez decretado el Estado fallido, la intervención puede realizarse desde Colombia, que ya estará equipada para avanzar sobre sus vecinos.
Es de prever la búsqueda de otros emplazamientos militares en el futuro cercano (por lo pronto en Perú, que ya está estableciendo compromisos de operación amplia de tropas estadounidenses en su territorio desde 2006 y con posibilidades de uso de bases en Chiclayo y en la zona del VRAE) combinada con procesos de fortalecimiento de los aparatos de inteligencia y militares en general al interior de los países latinoamericanos. Asimismo, es de esperar que la construcción de los Estados fallidos pasará por estimular deserciones militares, inculpar o corromper altos funcionarios de gobiernos progresistas por vínculos con las actividades criminalizadas por la hegemonía o por la implantación del narcotráfico en barrios marginales de ciudades como Caracas u otras, como herramienta para desatar conflictos y desestabilizar/ controlar una región cada vez más rebelde.
A sólo unos meses del ascenso presidencial de Obama, ya resulta ingenuo pensar que existe un cambio en la política estadounidense hacia la región. El esquema de dominación está claro y delineado. Estados Unidos va, como decía Martí, “con esa fuerza más sobre nuestras tierras de América”. Deberá haber una respuesta múltiple, regional, social, solidaria, en bloque. Una respuesta que se extienda desde el Río Bravo hasta la Patagonia y que reditúe a la independencia de nuestras naciones.
500 años de lucha nos han dotado a los pueblos de América Latina de suficiente experiencia para encarar las batallas presentes contra el saqueo, la colonización y las imposiciones de todo tipo. Hoy esa lucha pasa por detener y revertir la militarizació n y el asentamiento de las tropas de Estados Unidos en Colombia y en todos nuestros países para que los últimos 500 años en rebeldía no hayan sido en vano.
No hay consigna más sensata y oportuna en este momento que la renovada “Yankees, go home

martes, 22 de septiembre de 2009

Honduras: la lucha continúa



Por. Carlos Angulo Rivas

No vamos a cantar victoria antes de tiempo, pero que un triunfo popular en Honduras se avecina es un hecho indiscutible. América Latina está cambiando y el viejo lastre de las dictaduras militares, felizmente, deviene en antihistórico, obsoleto y primitivo en cuanto a salidas políticas estables. El retorno del presidente constitucional, Manuel Zelaya, a retomar la conducción de ese país centroamericano goza del respaldo mayoritario hondureño y de la unanimidad internacional. Dos aspectos fundamentales destacan en este retorno que cambiará el destino de ese país asolado por la pobreza y la crisis económica y política. El primero, la férrea y disciplinada voluntad del presidente Zelaya de retomar el poder usurpado por Micheletti y la cúpula militar; y el segundo el masivo rechazo popular a un tradicional golpe de estado de gorilas pasados de moda.

El gobierno de facto de Micheletti nació de un acto de fuerza y quiere mantenerse a punta de toques de queda, balas, bombas y escuadrones de la muerte. No le asiste el derecho nacional y menos el internacional. Sin embargo, la demora a la inminente renuncia se ha debido a negociaciones un tanto oscuras, aprovechando la ambivalencia del gobierno de Estados Unidos, sobre todo por la intervención del departamento de Estado a cargo de la señora Clinton y el departamento de Defensa manejando los hilos del Comando Sur. A este antiguo manejo de la escopeta de dos cañones se opuso la cohesión de los países latinoamericanos y sus flamantes organizaciones, UNASUR Y ALBA, dejando a ese ministerio de colonias, la OEA, en un segundo plano, el del intermediario oficioso. Así el aislamiento de la dictadura de Micheletti, a pesar de los grandes medios de comunicación, nacionales e internacionales, a su favor, demostró la incapacidad de remontar el repudio general agravado por la debilitada política norteamericana de tentar defender lo indefendible cuando la dictadura comenzó a perpetrar sistemáticamente actos violatorios de los derechos humanos y asesinatos selectivos. Una política contradictoria a la promesa de Barack Obama de refundar y mantener una nueva relación hemisférica con Estados Unidos.

El regreso de Manuel Zelaya a Tegucigalpa inicia una nueva etapa en la crisis política de esa nación centroamericana. Protegido en la embajada de Brasil, a la espera de José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, a fin de entablar un diálogo definitivo donde el dictador Micheletti deberá dimitir evitando la confrontación civil-militar, el presidente constitucional de Honduras dirigió un mensaje a los cientos de seguidores que rodean la sede diplomática, reafirmando su compromiso con el pueblo de su país al que agradeció el esfuerzo de movilizarse desde diferentes puntos del territorio nacional para darle su respaldo. El mandatario prometió no descansar un solo día, ni siquiera un minuto, hasta sacar a la dictadura que está usurpando el poder, pues aseguró que no va a rendirse. Al mismo tiempo se mostró confiado en el proceso de un diálogo que termine con la crisis y devuelva la paz para todos.

La escuálida posición de Micheletti y sus gorilas no resiste el menor análisis, pues el intento de “legalización” del golpe de estado choca con lo fundamental de los derechos ciudadanos y la democracia; siendo que las acusaciones y la apertura de juicios contra el presidente constitucional carecen de sustento jurídico. Ya que no existe nada más democrático como definición en todos los tratados políticos del mundo que la convocatoria al poder constituyente, esencia del estado de derecho a ser respetado por todos los ciudadanos. La negativa a este derecho ineludible de los ciudadanos de un país, quién no lo sabe, inicia la instauración de un poder dictatorial, despótico y abusivo. Y precisamente el golpe de estado en Honduras, llevado a cabo por un grupo de oligarcas vinculados al narcotráfico y la cúpula castrense sostén y parte de la corrupción, se produce por la condena y desaprobación a la consulta popular promovida por Manuel Zelaya.

domingo, 20 de septiembre de 2009

El cantante Juanes, con sus artistas invitados, realizará Concierto por la Paz en Cuba


Por Emilio Marín

Juanes es una estrella del pop latino. Su música no tiene un gran contenido social. Vive en el lujoso Miami. Pero bastó que organizara un mega festival en La Habana para que la ultraderecha lo amenazara de muerte.

Este domingo habrá un multitudinario concierto “Paz sin Fronteras” en La Habana, en la significativa Plaza de La Revolución “José Martí”. Su anuncio generó una intensa polémica, porque los detractores de Cuba hicieron todo para que la música no sonara en la fecha y el lugar previsto.

Cuando las canciones de la boricua Olga Tañón, el pop de Juanes, la trova de Silvio Rodríguez y Amaury Pérez, y la salsa del grupo Van Van llene los oídos en aquel lugar, se habrá resuelto una batalla cultural pero también política.

Es que los detractores del festival (el núcleo más duro de los cubano-americanos de Miami) consideraron que la iniciativa era una maquiavélica maniobra de “la dictadura castrista” por “mejorar su imagen”. Según esa interpretació n, Juanes (Juan Esteban Aristizábal) sería cuanto menos un “idiota útil”. Algunos aseguraron que se volvió comunista porque tiene previsto realizar otros siete conciertos “en países miembros del ALBA y en la frontera con México”.

En todo caso serán siete porque esa Alianza Bolivariana de las Américas, fundada en soledad por Hugo Chávez y Fidel Castro se fue extendiendo. Hoy son parte Nicaragua, Bolivia, Ecuador, San Vicente y Granadinas, Barbuda y Antigua, y Honduras, que por eso mismo sufrió el golpe de Estado reaccionario del 28 de junio. ¿Cuál es el pecado de Juanes si se le da por cantar “La camisa negra” o “A dios le pido” en La Habana, Caracas, Managua, La Paz o Quito?

¿O será que al haber recibido 12 premios Grammy latino en Miami quedó condicionado a actuar sólo en los escenarios “políticamente correctos” de Miami, Bogotá o Houston?

A ese exilio, ligado al extremismo de la Fundación Nacional Cubano-Americana, no le gustó la decisión del artista. A mediados de agosto, cuando se supo del evento, comenzaron a llegar por email y teléfono las primeras amenazas de muerte. El cantante y su esposa embarazada radicaron las denuncias ante la policía del condado de Miami-Dade.

Como símbolo, los detractores quemaron camisas negras en la calle 8 de Miami y rompieron a martillazos discos de Juanes. Se especuló que el músico, atemorizado, levantaría el concierto habanero. No fue así y el domingo 20 a las 2 de la tarde, hora de Cuba, habrá fiesta durante cinco horas con unas 500 000-700 000 personas. Los artistas no cobran ni un centavo y pidieron que nadie lo haga; el concierto va por la televisión cubana con señal abierta para que cada quien, de cualquier país, la levante en vivo y en directo. Saldrán ganando los asistentes, los músicos, los televidentes y los amantes de la paz. ¡Qué interesante habría sido que Telesur -seguramente lo transmitirá en directo-, pudiera ser visto en canales de aire en nuestro país! Un motivo más para aguardar una rápida implementació n de la futura ley de servicios de comunicación audiovisuales.

Pobres argumentos

La campaña adversa apeló inicialmente a argumentos “culturales”. Decían que Juanes había politizado su actuación al irse a Cuba dejando de lado a artistas del exilio como Willy Chirinos y Gloria Estefan. Amaury Pérez, el trovador cubano autor de “Acuérdate de abril” se reunió con Juanes en junio, cuando éste llegó para comunicar al viceministro de Cultura cubano su intención de organizar el evento. Pérez relató que el colombiano conversó incluso con Emilio Estefan pero no pudo convencerlo de viajar a La Habana. Lógico: Emilio y Gloria Estefan son fanáticos anticastristas, como era Celia Cruz.

El amplio espectro quedó compuesto por Amaury Pérez (Cuba), Danny Rivera (Puerto Rico), Cucú Diamante y Yerbabuena (Cuba-Venezuela) , Juan Fernando Velasco (Ecuador), Jovanotti (Italia), Juanes (Colombia), Luis Eduardo Aute (España), Miguel Bosé (España), Olga Tañón (Puerto Rico), Orishas (Cuba), Silvio Rodríguez (Cuba), Van Van (Cuba) Carlos Varela (Cuba), Víctor Manuel (España) y X Alfonso (Cuba).

Después los detractores fueron politizando de más en más sus objeciones. Afirmaron que el evento era patrocinado por Havana Club, la marca de ron en conflicto con la familia anticastrista Bacardí, representada por Otto Reich, ex subsecretario de Asuntos Hemisféricos del Departamento de Estado, en tiempos de Bush.

La falsedad se cae por su propio peso, pues se trata de un recital gratuito y por la paz, sin ingresos ni sponsors ni venta de nada. A lo sumo ganarán unos pesos los vendedores de refrescantes, pues habrá mucho calor. Las guitarras comenzarán a afinarse a las 2 de la tarde en vez de sonar de noche, para evitar el gasto en equipos y luces que había que traer desde el exterior.

Los voceros de la Fundación Nacional Cubano-Americana dijeron que Cuba había condicionado a Juanes para que tocara en Plaza de la Revolución, considerado lugar oficial, y le habría digitado los invitados. El colombiano aclaró que él pidió tocar en ese sitio, por el amor que siente por los cubanos. Y la nómina de músicos fue de su exclusiva incumbencia; lo único que pidió a sus anfitriones fue que estuvieran en el escenario Silvio, Amaury y los Van Van, a quienes admira desde niño.

Una de las niñas mimadas por la gusanera de La Florida es Yoani Sánchez, la bloggera de “Generación Y”, multipremiada por fundaciones europeas y norteamericanas por su actividad contra Cuba. Sánchez escribió que era un contrasentido que el ícono del pop latino diera un concierto “donde impera una dictadura hace ya cincuenta años”

Esa es su opinión y la de quienes la financian. Parece que la mayoría de los 11 millones de cubanos no piensan igual de su gobierno; muchísimos de ellos estarán este domingo meneándose felices en la plaza mayor habanera.

Un claro contraste

La polémica del concierto viene bien porque su realización significará una victoria de quienes querían hacerlo y pondrá a Cuba en la pantalla de televisores de millones de personas.

Las imágenes serán irrefutables en cuanto a que ese es un país libre del dominio imperial, con altos valores culturales y sociales, y que muchos músicos la admiran al punto de pedir ir a cantar allí. Eso no quiere decir que esos artistas compartan cien por ciento todo lo que hace o dice el gobierno de Raúl Castro. Esos músicos tienen sus propias ideas y aún diferencias con esas autoridades, tanto los invitados de afuera como aún algunos de los locales. Pero en la valoración global, esos artistas comparten ciertos valores culturales y políticos con el país anfitrión que comenzó una nueva etapa en 1959.

Las cámaras registrarán la alegría de la población por disfrutar de un evento internacional, lo que para nada elimina la preocupación de esa gente por las dificultades económicas acentuadas por los tres huracanes del año pasado (10.000 millones de dólares de daños). Las consecuencias de la crisis internacional también afectó muchísimo, al punto que el crecimiento económico previsto para este año será de apenas 1,7 por ciento (que ningún argentino anticubano ni personajes como Hilda Molina se alegren, pues el ministro Amado Boudou informó que el crecimiento del PBI en 2009 será de 0,5 por ciento y eso que por aquí no pasó ningún huracán como los del Caribe).

Esos problemas cubanos tienen muchísimo que ver con el bloqueo de EE UU, comenzado en febrero de 1962 y continuado hasta hoy. Barack Obama decidió esta semana prolongarlo empleando como Bush legislación de 1917 contra “países enemigos”. El canciller isleño Bruno Rodríguez ha presentado el informe sobre el bloqueo, que llevará a la 64º Asamblea General de la ONU, puntualizando que ha causado una pérdida económica de 96.000 millones de dólares (al precio de hoy, supera los 236.000 millones).

Quedará a la vista el contraste entre “Paz sin fronteras”, con que Cuba se abre al mundo, y el bloqueo estadounidense, con el que el imperio quiere que el mundo se cierre en contra de la isla. Esta política fracasada no ha logrado siquiera impedir que Juanes vaya desde Miami a La Habana en una gira que le hace un tremendo agujero al bloqueo.

Otro contraste es que Cuba abrió sus puertas a los artistas invitados por el colombiano, sin hacerles análisis de orina ni de carnet de afiliado a sus respectivos partidos. En cambio la administració n Obama le negó visa a Silvio Rodríguez cuando fue invitado a cantar en el Madison Square Garden en el concierto de homenaje al músico folk Pete Seeger que cumplía 90 años...

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails