No necesitas que escriba tu nombre, ni hable de ti, ni me esmere en contar tus pecaminosas hazañas, no necesitas eso, lo sé. Pero… ¿cómo puedo prescindir de nombrarte esta tarde en la que me asalta el deseo de hablar sobre: Honor, Dignidad, Humanismo, Entrega, Sacrificio, Amor, Patriotismo y sobre todo de Culpas?
Si, de culpas. Y tu eres culpables de todo, ¡te acuso!, no te hagas la inocente, ¡sabes bien que eres culpable!... y sin atenuantes.
No intentes disculparte fingiendo que la responsabilidad es de la Historia la cual te eligió por azar del destino, ni mucho menos con el argumento de que “de no haber sido tú otro lo hubiese hecho”. No los acepto, son débiles, no laves tus manos y confiesa… Confiesa de una vez tu culpabilidad.
Te acuso de demostrar que los pueblos pequeños pueden vivir con dignidad sin necesidad de arrodillarse frente a los Imperios. Te acuso de enseñarles otra vía a las naciones del mundo, por donde es posible caminar sin envidiar ni atropellar a los demás para adquirir la felicidad.
Te acuso del imperdonable atrevimiento de demostrar que las riquezas de un país pueden ser repartidas de manera justa y equitativa, sin príncipes ni privilegiados. Del pecaminoso acto de predicar que el reino de Dios no es de los nobles, ni está en el cielo, si no que está en la Tierra y se manifiesta para todos, especialmente para los que con su sudor a través del trabajo dignificante lo materializan.
¿Qué vas a decir? ¿Que no es cierto? No te atreves… no te atreves a negarlo. Callas porque sabes que es cierto.
Tú y tus pecaminosos ejemplos -y esto es mas grave aun- están haciendo que otros intenten imitarte. Si, ya no estas “sola” en esto, otros atrevidos perjuros intentan hacer lo mismo, seguir tus pasos, acumulando más pecados como el de la herejía de predicar la solidaridad entre los pueblos, o el de proclamar la paz y aborrecer la guerra.
Que osadía más insolente de tu parte. No sabes que tu vecino del norte es comerciante y se mantiene con la venta de armas, claro que lo sabes pero no te importa e intentas dañarle el negocio.
No me digas que no es así, pues no he mencionado tu nombre y sabes que hablo de ti, es más, todos saben que hablo de ti.
Por eso te responsabilizo de todo, incluso de este fuego libertario que quema mi pecho… de esta pasión tan grande que siento y que le da sentido a mi vida… de estas lágrimas que ruedan por mi mejilla al evocar tu nombre… CUBA.
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Comp. Fotog. RCBáez
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